lunes, enero 16, 2006

VTP. Cap VI. Los Soportales Prohibidos. Octava Parte

Parte VIII. El Corredor del Pico


Yo era Terminator II y el nitrógeno helado me iba endureciendo la piel. Mis nervios se trasformaron en un pajitas de mimbre apretándose, tejiéndose, y pinchándome la garganta para que no gritara.

Me quedé allí pasmada transformada en una especie de Han Solo Almodovariano congelado en el fondo de una canasta grande de secar los ajos, en lugar de en carbonita, pero como la misma artritis repentina en los dedos de las manos.

Mi percepción se abrió como los geranios en los maceteros de los patios de colada, o como el techo de la base subterránea del Dr. Maligno antes de mandar un cohete cargado de discos de Bustamante al palacio de Bukingham.

Mis ojos parecían, dilatados por el espanto, unos ojos de dibujo de película manga. A través de ellos pasaban las imágenes del millón de yonkis tirados en el callejón, algunos de ellos se pinchaban en los tobillos y los brazos. Uno se estaba abriendo una brecha en el hombro, con un cristal de litrona.

El tiempo se había detenido y yo, sin querer, me hice pequeñita, pequeñita como Alicia en el País de las Maravillas, sólo que en el callejón húmedo en plena siesta de agosto del Vallecas del estilo Twin Peaks. En lugar de caerme por la madriguera del conejo, me fui a asomar saltando de pestaña en pestaña, a los ventanales empañados y aguados de los ojos de un tío que estaba colgado. La expresión de su cara se había recogido para dentro, y se había marchado a retorcerse, junto con sus tripas, en una masa flotante, allí en los confines de su cráneo. Era una masa seca y dura igualita a un limón que se te olvida en la puerta de la nevera.

Entonces su expresión regresó de repente, vino a golpearse contra la ventana empañada y aguada de sus ojos, en la que yo estaba asomada. Venia volando suicida, como volaría un gorrión encerrado en las torres Kio al que le han descorrido las persianas al amanecer. Me dio un susto de muerte. Aquel pibe dijo:

- “Piraos de aquí niños”.

- “Corre prima, corre”- me dijo Josito.

Guié a mi primo a toda velocidad entre patios y callejones laberínticos, aprovechando mi recién adquirida percepción Espanto-Alicia-Arácnida, lejos del “Corredor del Pico” y concentrada en seguir las muescas que habíamos dejado marcadas.

Estábamos a punto de adentrarnos en la oscuridad del túnel tren con arco de medio punto y salir de los Soportales Prohibidos. Nuestras alitas Red Bull del empeine de los pies empezaron a aletear y nos llevaban ya levitando por encima de las losetas de rombos de la acera. Estábamos a punto de salir sanos y salvos, habíamos descubierto el porqué y nos llevábamos un tesoro de pinzas en los bolsillos. Nadie nos seguía desde el “Corredor del Pico” porque era imposible alcanzarnos gracias a nuestros nuevos superpoderes.

Nos metimos en la oscuridad sacando pecho al estilo atleta de Carros de Fuego, de pronto nuestras alitas pararon su aleteo, sin estar aún fuera de los Soportales. Mi percepción Espanto-Alicia-Arácnida ordenó a mis pies echar el “freno macareno”. Emboscados en el velo negro renegro del túnel estaban unos niños esperándonos armados con palos.

- “Cogedlos” – gritó uno.


Continuará…

3 Comments:

Blogger Nepomuk said...

Agh...

Siempre me tienes que hacer esto... :(

8:19 p. m.  
Blogger launicachica said...

No puedo evitarlo, a mi tambien me toca dejarlo a medias cuando me llaman y me ponen a currar.

besos Nepo

1:32 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yeah... Me he hecho la imagen totalmente. Y ya voy yo descubriendo porque eres la única chica...

4:00 p. m.  

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