VTP. Cap VI. Los Soportales Prohibidos. Quinta Parte
Parte V. Misión soportales.
Nos despertamos mi primo Josito y yo, él en la casa de enfrente de la mía, con Magdalenas y Colacao que le ponía su madre La Miguela. Yo con pan tostado estilo estufa bombona de butano de los sábados, que hacían mis hermanos pinchando el pan de ayer con un tenedor y acercándolo a la estufa, con mantequilla calentita casi derretida y perol de leche hervida con su nata y azúcar, servida en un vaso de nocilla que me calentaba las manos.
Mientras resoplaba la leche apartando la nata, que se agitaba en la leche caliente con tiritona, me iba sumiendo en el estado melancólico de marinero de Ulises que lleva 10 años sin comer tostadas estilo estufa bombona de butano y encima vienen las sirenas a cantarle. Junto a esa melancolía se mezclaba el otro sentimiento, el de irrealidad, propio de las situaciones que te empujan a superar tus propios límites o no regresar nunca.
Siguiendo el plan trazado escribimos una pesada nota expiatoria de nuestro delito, por si no regresábamos, y la metimos debajo de la almohada. La mía decía así: “Mamá nos vamos a los Soportales Prohibidos porque no nos has explicado el porqué”. En ella cargamos kilo y cuarto de nuestra culpa, para que la llevara mi madre de metro cincuenta castaña caoba kolestint en el caso de que no regresásemos. La pesada nota se sumergió entre el oleaje de organdí de la colcha hasta las profundidades del colchón de lana.
A las tres y media vino a buscarme mi primo Josito, el pelirrojo, “Tía Antonia, Tía Antonia”. Yo bajé las escaleras de dos en dos sin atreverme a volverme, vaya que mi madre reparara en mis marchitas alitas red bull de los pies o viera el otro cuarto kilo de culpa y remordimiento asomándose por mis bolsillos.
Disimulamos en el patio un rato con la arena, con nuestras dos espadas camufladas de pala y rastrillo de playa. El silencio de la siesta se fue comiendo el olor de salchichas Frankfurt plancha de los mediodías de los sábados del Vallecas al estilo Twin Peaks.
Salió una señora y le quitó el nudo a la persiana de madera descascarillada de verde oscuro que se descorrió para abajo con un cataclac cataclac. La señora infierno vertió su tapperware de agua por el pollete de la ventana. El cielo se tiñó de naranja, una suave brisa trajo los acordes de una banda sonora de Ennio Morricone, el pelo rojo de mi primo Josito ardía en las luces de la siesta. Mientras colgaba su pala espada del cinturón del pantalón acampanado de pana se le endureció la determinación en la cara hasta el punto de poder encender cerillas en el rascador de sus mejillas llenas de pecas.
Ensayamos de nuevo nuestro silbido secreto, cerrando las manos fuertes en los labios y después aleteando con los dedos.
-“fiu fiu”.
Llegamos a la boca del túnel tren con arco de medio punto que conducía a los soportales prohibidos. Siguiendo las modernas técnicas de combate aprendidas en las películas de la sobremesa, mi primo Josito encabezó la misión de reconocimiento mientras yo le cubría desde la entrada.
- “Cúbreme”- dice mi primo Josito a las puertas de la sombra del túnel.
Mi primo Josito dió un paso, con el brazo por delante e introduce la mano en la oscuridad. Desde mi posición de guardia ví como millones de nanorobots arácnidos oscuros le iban escalando por el brazo convirtiendo su piel en oscura piedra de cima de los pirineos. Dió un paso más y el túnel le apagó su pelo rojo. Mi primo Josito el pelirrojo siguió caminando hasta que la oscuridad le engullió por completo. Pasaron unos segundos largos y estirados en el agujero negro con conexión interdimensional del túnel tren con arco de medio punto que conduce a los Soportales Prohibidos.
- Jositoooo, ¿estas ahí?- mi voz titilineó con miedo, igualito que una llamita de vela de tarta de cumpleaños.
Y al otro lado del túnel se oyó un:
- “fiu fiu”
Continuará
Nos despertamos mi primo Josito y yo, él en la casa de enfrente de la mía, con Magdalenas y Colacao que le ponía su madre La Miguela. Yo con pan tostado estilo estufa bombona de butano de los sábados, que hacían mis hermanos pinchando el pan de ayer con un tenedor y acercándolo a la estufa, con mantequilla calentita casi derretida y perol de leche hervida con su nata y azúcar, servida en un vaso de nocilla que me calentaba las manos.
Mientras resoplaba la leche apartando la nata, que se agitaba en la leche caliente con tiritona, me iba sumiendo en el estado melancólico de marinero de Ulises que lleva 10 años sin comer tostadas estilo estufa bombona de butano y encima vienen las sirenas a cantarle. Junto a esa melancolía se mezclaba el otro sentimiento, el de irrealidad, propio de las situaciones que te empujan a superar tus propios límites o no regresar nunca.
Siguiendo el plan trazado escribimos una pesada nota expiatoria de nuestro delito, por si no regresábamos, y la metimos debajo de la almohada. La mía decía así: “Mamá nos vamos a los Soportales Prohibidos porque no nos has explicado el porqué”. En ella cargamos kilo y cuarto de nuestra culpa, para que la llevara mi madre de metro cincuenta castaña caoba kolestint en el caso de que no regresásemos. La pesada nota se sumergió entre el oleaje de organdí de la colcha hasta las profundidades del colchón de lana.
A las tres y media vino a buscarme mi primo Josito, el pelirrojo, “Tía Antonia, Tía Antonia”. Yo bajé las escaleras de dos en dos sin atreverme a volverme, vaya que mi madre reparara en mis marchitas alitas red bull de los pies o viera el otro cuarto kilo de culpa y remordimiento asomándose por mis bolsillos.
Disimulamos en el patio un rato con la arena, con nuestras dos espadas camufladas de pala y rastrillo de playa. El silencio de la siesta se fue comiendo el olor de salchichas Frankfurt plancha de los mediodías de los sábados del Vallecas al estilo Twin Peaks.
Salió una señora y le quitó el nudo a la persiana de madera descascarillada de verde oscuro que se descorrió para abajo con un cataclac cataclac. La señora infierno vertió su tapperware de agua por el pollete de la ventana. El cielo se tiñó de naranja, una suave brisa trajo los acordes de una banda sonora de Ennio Morricone, el pelo rojo de mi primo Josito ardía en las luces de la siesta. Mientras colgaba su pala espada del cinturón del pantalón acampanado de pana se le endureció la determinación en la cara hasta el punto de poder encender cerillas en el rascador de sus mejillas llenas de pecas.
Ensayamos de nuevo nuestro silbido secreto, cerrando las manos fuertes en los labios y después aleteando con los dedos.
-“fiu fiu”.
Llegamos a la boca del túnel tren con arco de medio punto que conducía a los soportales prohibidos. Siguiendo las modernas técnicas de combate aprendidas en las películas de la sobremesa, mi primo Josito encabezó la misión de reconocimiento mientras yo le cubría desde la entrada.
- “Cúbreme”- dice mi primo Josito a las puertas de la sombra del túnel.
Mi primo Josito dió un paso, con el brazo por delante e introduce la mano en la oscuridad. Desde mi posición de guardia ví como millones de nanorobots arácnidos oscuros le iban escalando por el brazo convirtiendo su piel en oscura piedra de cima de los pirineos. Dió un paso más y el túnel le apagó su pelo rojo. Mi primo Josito el pelirrojo siguió caminando hasta que la oscuridad le engullió por completo. Pasaron unos segundos largos y estirados en el agujero negro con conexión interdimensional del túnel tren con arco de medio punto que conduce a los Soportales Prohibidos.
- Jositoooo, ¿estas ahí?- mi voz titilineó con miedo, igualito que una llamita de vela de tarta de cumpleaños.
Y al otro lado del túnel se oyó un:
- “fiu fiu”
Continuará
7 Comments:
fiu fiu?
Sí, fiu fiu y luego seguía fu fu fu.
besos niño,
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
mira que estaba viendo que me lo cortabas en lo mejor... x(
¿El nombre del blog es por un estado vital o de ánimo?
Bueno, yo no tengo categoría literaria para opinar pero.. sinceramente, si es la primera opción, a mí no me lo pareces.
Ay, Beverly, Beverly, como te gustan los túneles!!! Espero ansioso tu encuentro con la tortuga...
No, el nombre del blog es porque lo escribo en esas mañanas tontas que tiene mi trabajo en las que estoy aburrida. Como ya me lo han dicho muchos voy a ver si pongo un pie de pagina y lo explico.
besos
Jeje, no pensaba venir tan tarde pero lo bueno de que ya hayas puesto más trozos de la historia es que ahora puedo leerlo del tirón, que después pasa lo que a nepo y mira el disgusto que se nos ha llevado el muchacho.
Sigo.
Fiu fiu.
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