miércoles, diciembre 07, 2005

VTP. Cap V. Dos Rombos. Septima Parte

Parte VII. Represalia.

Entré en la Casa de los Horrores, con el estómago lleno de terror y de macarrones con chorizo.

Los demás niños se afanaban con el lapiz, la punta de la lengua mojando el labio superior, haciendo ris ris entre los renglones amarillos de los Cuadernos Rubio. Los minutos sudaban goterones de tic y de tac, que rebotaban en las losetas renegras. El sol se colaba en rectangulitos por las persianas echadas de sobremesa de junio. Y a mi el miedo me empolvaba la garganta y el estómago, dejándome la boca seca y un desagradable regustillo a chorizos de la cuerda roja.

- Martín Sánchez, sal a la Cartilla.

Mis tendones hacían tirabuzones mientras me acercaba, la cámara se ponía en posición cenital, y enfocaba mi cabeza con 2 coletas, la de mi señorita de parvulitos y la Cartilla abierta por la p.

- Mi papá pela patatas, mi papá fuma pipa.

Señorita señala la p con la u:

- Pu

Señorita señala la p con la a mayúsculas:

- PA

La señorita señala la "p" con la "a de imprenta" y ahí la cagamos porque la "a" era de una Futura BT Bold, y la "a" de la futura BT Bold se parece un montón a una "o", salvo por un minitriangulito que le sale abajo.

- Po

La camara cenital de National Geographic captó con nitidez el movimiento de mi señorita, con los ojos enrojecidos y babeando por la comisura izquierda. Me asestó un bofetón que me dejó girando la cabeza como la de los perritos de poner en el salpicadero del coche.

Volví caminando a mi sitio, visión tunel objetivo fijado-mi silla, perneras del pantalón achicando terrones por el camino, porque la tierra me había tragado dos veces de regreso a mi mesa. Y oí que me decía:

-Martín Sánchez, en esa mesa no, se cambia usted a esta otra.

Y me señaló la mesa de los gamberros juveniles jugadores profesionales del Dupis-Balón-Unicachica.

Dos truenos retemblaron los cristales de la ventana y descargó un fuerte chaparrón de tirones de coletas, en mi tunel-visión sólo aparecían manos pequeñas de cinco años igual que se aparecerían en el cementerio de la Elipa, en plena tormenta de verano, la noche de los muertos vivientes.

Una de mis orquillas de ositos salió disparada y cayó brillando con un tlin tlin en las losetas renegras, le siguieron dos millones mas de tlines provocados por los cristalitos de mi mirada de Señorita Pepis, desparramándose por el suelo tras haber estallado por fin, como el parabrisas de un coche.

Alcé la cabeza, un niño se quedó allí con la mano en pause, desintegrado por mi nueva visión de rayos equis y por mi nuevo rostro con marcas encendidas de dedos rojos y coletas despeluchadas.

- Silencio – gritó mi señorita de parvulitos.

Eso silencio, pensé yo, porque si algo había aprendido de los gitanos de Cucarachalandia es que hay momentos en los que la ofensa es tan grande que lo único que podía volver a hablar eran las cheiras.


Continuará…

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Simplemente...genial

10:24 a. m.  
Blogger launicachica said...

me alegro que te guste, muchas gracias, con la próxima parte, que me ha salido un poco larga, ya termino el capítulo. A ver si me la repaso y la pongo esta tarde.

un beso

10:53 a. m.  

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