VTP. Cap V. Dos Rombos. Segunda parte
Parte II. La Casa de los Horrores.
Debido a la mudanza de Cucarachalandia yo empecé el colegio a mitad de curso, con trágicas consecuencias.
Estaba jugando en el salón una mañana y entró mi madre, mi madre de metro y medio de alto, con la canas teñidas de castaño-caoba Kolestint y embarazada de ocho meses y medio de mi hermana La Rosita. Y me dijo:
- "Anda hija, vamos a arreglarte a ver si te encontramos colegio".
Me puso mi mejor faldita, me estiró las dos coletas hasta que quedé bien sonriente, me aplacó los remolinos de la coronilla con un poco de agua, y me enganchó al flequillo dos orquillas de ositos de ponerse los domingos.
Tengo que aclarar en este punto, que en otros barrios igual a uno le metían al colegio con matrícula y cartilla de vacunación. Pero en el Vallecas al estilo Twin Peaks se hacía sin premeditación ni alevosía, con el sarampión pasao y el libro de familia.
Y fuimos recorriendo los despachos de los directores, mi madre de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de ocho meses y yo con mis orquillas de ositos. Y mi madre les iba diciendo a todos:
- “Es una niña muy espabilada, sabe leer y escribir desde los 3 años, y de las 4 reglas, sabe sumar y restar”.
Y los directores iban diciendo:
- “Lo siento, pero no nos queda plaza”.
Hasta que llegamos al Liceo Versalles, donde mi hermano Toni hacía octavo, y la directora dijo:
-“Pues si la niña es tan lista habrá que darle plaza en este colegio”.
Y justo en ese momento oí un crujido terrible y desgarrador que me dejó casi tiritando y que nadie más debió escuchar porque la directora continuó diciendo:
-“Aunque no haya traído cuaderno puede dejarla ya usted hoy, la clase es la única que hay en este mismo pasillo, así los pequeñitos se ahorran subir escaleras”.
Salimos al pasillo, muy largo y empapadito todo de una oscuridad de polvo de tiza color gris marengo, con una sola puerta al fondo. Fuimos caminando muy despacito, yo asomándome por detrás de la falda de mi madre, con la mano fuertemente agarrada a su paño negro. Y entonces oí el chirrido de una puerta a mi espalda y giré la cabeza, “arreguñando” fuerte las faldas de mi madre de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de 8 meses y medio que seguía andando pasito de 5 años a pasito de 5 años, mirando hacia delante. Y vi una puerta que se iba cerrando, allí donde no había ninguna antes. Y dentro me vi a mí, con mis coletas estiradas y mis orquillas de ositos pintando con ceras en una mesa de colorines. Y luego me vi más mayor, en una habitación con otras niñas pintándome los labios por primera vez, y después a la orilla del mar, en viaje fin de curso dándole un beso al chico más guapo de la clase, y seguí viendo, apenas por la rendija que dejaba la puerta al cerrarse, como transcurría mi vida de “Señorita Pepis” de topicazo en topicazo, aderezados con banda sonora de Olivia Newton-John. Y comprendí que el crujido terrible que había escuchado en el despacho de la directora, era el que se oye en uno de esos momentos que parecen triviales pero que truncan tu destino para siempre. Y cuando me volví hacia la puerta de mi nueva clase de parvulitos, vi que en ella se había mimetizado el mismismo monstruo del armario de Poltergeist y lo reconocí susurrándome eso de “ven hacia la luz” aunque fuese el año 79 y Porltergeist aún no se hubiera filmado. Y me detuve un momento a tragar saliva, para que mi madre, de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de 8 meses y medio, se agachara como pudo, con sus piernas medio hinchadas de embarazo de 8 meses y medio, me apretara las manos y dijera:
-“Venga hija, no te vas a asustar ahora con lo echada palante que eres siempre”.
Y detrás de aquella puerta me dejó mi pobre madre, sin saber que dejaba a su hija en la mismísima Casa de los Horrores, construida sin duda sobre el viejo cementerio no trasladado de Poltergeist y camuflada de clase de parvulitos del Vallecas al estilo Twin Peaks.
Continuará…
Debido a la mudanza de Cucarachalandia yo empecé el colegio a mitad de curso, con trágicas consecuencias.
Estaba jugando en el salón una mañana y entró mi madre, mi madre de metro y medio de alto, con la canas teñidas de castaño-caoba Kolestint y embarazada de ocho meses y medio de mi hermana La Rosita. Y me dijo:
- "Anda hija, vamos a arreglarte a ver si te encontramos colegio".
Me puso mi mejor faldita, me estiró las dos coletas hasta que quedé bien sonriente, me aplacó los remolinos de la coronilla con un poco de agua, y me enganchó al flequillo dos orquillas de ositos de ponerse los domingos.
Tengo que aclarar en este punto, que en otros barrios igual a uno le metían al colegio con matrícula y cartilla de vacunación. Pero en el Vallecas al estilo Twin Peaks se hacía sin premeditación ni alevosía, con el sarampión pasao y el libro de familia.
Y fuimos recorriendo los despachos de los directores, mi madre de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de ocho meses y yo con mis orquillas de ositos. Y mi madre les iba diciendo a todos:
- “Es una niña muy espabilada, sabe leer y escribir desde los 3 años, y de las 4 reglas, sabe sumar y restar”.
Y los directores iban diciendo:
- “Lo siento, pero no nos queda plaza”.
Hasta que llegamos al Liceo Versalles, donde mi hermano Toni hacía octavo, y la directora dijo:
-“Pues si la niña es tan lista habrá que darle plaza en este colegio”.
Y justo en ese momento oí un crujido terrible y desgarrador que me dejó casi tiritando y que nadie más debió escuchar porque la directora continuó diciendo:
-“Aunque no haya traído cuaderno puede dejarla ya usted hoy, la clase es la única que hay en este mismo pasillo, así los pequeñitos se ahorran subir escaleras”.
Salimos al pasillo, muy largo y empapadito todo de una oscuridad de polvo de tiza color gris marengo, con una sola puerta al fondo. Fuimos caminando muy despacito, yo asomándome por detrás de la falda de mi madre, con la mano fuertemente agarrada a su paño negro. Y entonces oí el chirrido de una puerta a mi espalda y giré la cabeza, “arreguñando” fuerte las faldas de mi madre de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de 8 meses y medio que seguía andando pasito de 5 años a pasito de 5 años, mirando hacia delante. Y vi una puerta que se iba cerrando, allí donde no había ninguna antes. Y dentro me vi a mí, con mis coletas estiradas y mis orquillas de ositos pintando con ceras en una mesa de colorines. Y luego me vi más mayor, en una habitación con otras niñas pintándome los labios por primera vez, y después a la orilla del mar, en viaje fin de curso dándole un beso al chico más guapo de la clase, y seguí viendo, apenas por la rendija que dejaba la puerta al cerrarse, como transcurría mi vida de “Señorita Pepis” de topicazo en topicazo, aderezados con banda sonora de Olivia Newton-John. Y comprendí que el crujido terrible que había escuchado en el despacho de la directora, era el que se oye en uno de esos momentos que parecen triviales pero que truncan tu destino para siempre. Y cuando me volví hacia la puerta de mi nueva clase de parvulitos, vi que en ella se había mimetizado el mismismo monstruo del armario de Poltergeist y lo reconocí susurrándome eso de “ven hacia la luz” aunque fuese el año 79 y Porltergeist aún no se hubiera filmado. Y me detuve un momento a tragar saliva, para que mi madre, de metro cincuenta, castaña caoba kolestint y embarazada de 8 meses y medio, se agachara como pudo, con sus piernas medio hinchadas de embarazo de 8 meses y medio, me apretara las manos y dijera:
-“Venga hija, no te vas a asustar ahora con lo echada palante que eres siempre”.
Y detrás de aquella puerta me dejó mi pobre madre, sin saber que dejaba a su hija en la mismísima Casa de los Horrores, construida sin duda sobre el viejo cementerio no trasladado de Poltergeist y camuflada de clase de parvulitos del Vallecas al estilo Twin Peaks.
Continuará…
3 Comments:
oye, sabes que me gusta tu estilo de vida o mejor el estilo de vida de vallekas, pobre, mira que dejarte tu madre en la casa de los horrores con premeditación y ositos en el pelo y a traición a mitad de mañana...
Besito
joe esos ositos en el pelo son los mismos que llevas tavia? ya podias haberlos cambiao. te tendre que regalar algo pa ponerte en el pelo, joé
Ay, Dios, miedo me da esa clase. Sigo leyendo.
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